No me prives de amar al silencio cuando la soledad viene a
visitarme.
No me obligues a besar el suelo para asegurar tus pasos
llenos de barro de machismo rancio y anticuado.
No aporrees mis sueños tras una bandada de miedos en tu
mente, para sentirte seguro.
No me regales flores tras haberme pintado la cara de
golpes, mejor déjalas que crezcan a campo abierto para que en libertad pueda
disfrutarlas.
No tomes al pie de la letra aquello de "hasta que la
muerte nos separé", que anticipó los cheques en blanco para que ejercieras
tu poder a mis ganas de vivir, por fin he aprendido a quererme.
No emborrones prólogo en el libro que empezó a ser escrito
por mi condición de género, ya que cualquier cosa que pueda surgir en mis pasos
dados, serán empuje a salir por la puerta.
No rompas mis poemas en desagravio, al ver que escapó de
tus cadenas y deshojo margaritas con la voz presta en preguntarme desde mi interior ¿me quiero, no me quiero”?.
No cierres la puerta cuando mi despertar llega en mañana
dispuesta.
No dribles al destino que me has puesto delante, mírale a
los ojos atentamente y aprende a decirme adiós.
No lo hagas porque he despertado de un amor irreal que perdió significado en la vida arrastrada que se quedaba tras de mí.
Y sobre todo, nunca olvides que dentro de mí, crecen alas a cada golpe de corazón abierto y la distancia hacia la manivela de la puerta se acorta a cada insulto que me dedicas por mi bien.
Tremendo poema, el amor muchas veces duele. Besos
ResponderEliminarSi duele, me cabe la duda de que sea amor 😉
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