Y quedó rodeada de la vida,
los absurdos se esfumaron, aprendiendo por fin su verdadero significado. Cada
noche hacía balance y admitía que todo era distinto visto desde el cristal
apropiado. No distinguía motivos especiales, porque todo le resultaba extraordinario.
Hasta que un buen día el sueño se apoderó de su cuerpo, para llevarla en
volandas hasta el lugar mostrado en los cuentos que de niña nunca había
escuchado.
Desde
arriba, las nubes la empujaban suavemente, el mar se presentaba ante sus ojos
más inmenso de lo que jamás imaginó, azul sobre azul... Delfines saltando,
ballenas que se deslizaban sobre las aguas a pesar de su peso y un tiburón que
daba vueltas alrededor de ellos.
Justo
amanecía y se cruzó con las lavanderas
en plena migración, las aves extrañadas al verla volando como ellas, la miraban
picoabierto, la más pequeña y
atrevida del grupo, se acercó un poquito más a ella y le preguntó:
-¿Quién
eres? ¿Dónde vas por estas alturas? Verás, nunca había visto a nadie cómo tú y
me gustaría saber algo más, si no te importa.
-
Pero primero dime, ¿Mont Saint Michel,
queda por aquí?, todo ha sucedido tan rápido que no me ha dado tiempo de coger
un mapa que me guíe y el navegador, sorprendentemente, a estas alturas no
funciona demasiado bien y eso que los satélites están más cerca.
-Vas
bien, pasamos hace unas horas por esa zona, como cada invierno partimos
buscando mejores temperaturas hacía el mediterráneo, dicen que hace más calor
por esa zona, es mi primer año de migración y voy ilusionada. ¿Pero qué razón te
lleva a ti, hacía ese lugar?
-No
sé cómo he llegado hasta aquí, si te soy sincera, solo que estaba dormida y de
pronto soñando, soñaba que soñaba con ese lugar, iba cogida a la mano del amor,
que por cierto es guapísimo y en un microsegundo, noté que salía por la ventana
suavemente. Solo puedo decir que me gusta lo que estoy sintiendo y si lo
hubiera percibido antes, hoy sería una de vosotras con toda seguridad.
-Buen viaje –dijeron
las dos a la par y siguieron caminos opuestos.
La
lluvia empezó a caer y no tenía nada para protegerse, asombrada de pronto
exclamó -!!uacala¡¡-..., su sorpresa se debía, al percibir cómo el agua que
caía no mojaba su ropa.
Y
atravesó montañas, llanuras, valles, bosques y en menos que canta un gallo, vio
ante sus ojos aquel hermoso lugar.
¿Era
sueño o realidad?
-NADA
MÁS IMPORTA, HOMBRE YA- gritaba a los cuatro vientos, la mañana de un sábado
cualquiera, de cualquier mes y de cualquier año… Allí quedaba, sin saber cómo y
por qué, porque lo importante era que “estaba”.
Ella
sintió en ese instante que volar formaba parte de su vida y desde ese momento
mágico, ya nada ni nadie podrían quitarle la dulce sensación que la embargaba y
todo aquello lo que sentía por estar tan cerca de él…, sí del creador de su
fantasía, ese que con hilo y aguja le había cosido alas en su espalda.
Se acabó, o no... !!Qui sait¡¡