La estación estaba a oscuras, pero ella sabía que su tren pasaría a las doce y no tenía más remedio que esperar aunque daba miedo hacerlo en aquellas circunstancias.
Solo se podía escuchar el ruido de una chicharra, un grillo que parecía decir estoy aquí y el tic tac de un reloj moviendo sus manillas al unísono.
Iba sin maletas, su destino primario Barcelona, el resto del trayecto incierto.
- Buenas noches, - escuchó tras ella.
El corazón se le encogió del susto y de forma inconsciente pego un salto al oír la voz. Tras recomponer su cara asustada, miro para atrás y se encontró al revisor a dos metros de ella.
- Buenas noches -le contestó, observando sus ojos que marcaban el cansancio.
- ¿Queda mucho para que llegue el tren?, o ¿va bien de hora? - Preguntó
- Nunca se sabe –le dijo él- la hora prevista son las doce, pero con este tren nunca podemos estar seguros, puede parar en una estación y sentir que tiene que esperar a alguien de quien dependa poder seguir adelante con su vida el tomarlo o no. Incluso pasar de largo por otra en la que entienda no tiene sentido perder su valioso tiempo.
- No le entiendo Señor, los trenes pasan a unas horas determinadas por las estaciones según lo establecido en el horario. Van y vienen a los mismos destinos día tras día ¿no?
- Este no Señora, el tren que usted va a tomar le llevará a ese destino marcado o no y eso requiere más esfuerzo a la hora de establecer itinerarios y períodos para su llegada o partida.
Piiiiiiiiiiiiiiiiiiii, se escuchó de lejos, piiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii, volvió a sonar. Miro de forma instantánea hacia el lugar de donde provenía el sonido, al darse la vuelta para seguir conversando con aquel revisor salido de la nada, ya no estaba había desaparecido al igual que surgió.
Al llegar el tren, paró delante de ella, entro en el vagón sin ningún esfuerzo ya que no llevaba equipaje y se acomodó en un asiento.
Momentos después volvió a escucharse el pitido del tren. En esta ocasión para partir.
Ella emprendió el viaje con el pensamiento puesto en las últimas palabras del revisor antes de desvanecerse:
“Este no Señora, el tren que usted va a tomar le llevará a ese destino marcado o no y eso requiere más esfuerzo a la hora de establecer itinerarios y períodos para su llegada o partida”
precioso!!!!
ResponderEliminarun beso del capitan calamardo.
Gracias Capitan Calamardo. Otro beso para ti. En este momento me gustaría ser Bob Esponja y darnos una vuelta por el mar.
ResponderEliminarQuién sabe dónde paran los trenes.
ResponderEliminar¿y donde te llevan? quien lo sabe mmmmm
ResponderEliminarTotalmente cierto, muy bonito texto, mientras podamos bajarnos cuando queramos, prefiero subir al tren que dejarlo pasar.
ResponderEliminarBesos
Es lo que tienen los trenes, los coges o no y te bajas cuando estimas oportuno o sigues en el por un tiempo. En este blog existió un "pasajero sin destino" que o bien se apeo en la estación adecuada para el o continua viaje pero en silencio, admirando el paisaje. Un saludo Estonetes
ResponderEliminarGenial, sobre todo me gusta el párrafo "Nunca se sabe –le dijo el- la hora prevista son las doce, pero con este tren nunca podemos estar seguros, puede parar en una estación y sentir que tiene que esperar a alguien de quien dependa poder seguir adelante con su vida el tomarlo o no. Incluso pasar de largo por otra en la que entienda no tiene sentido perder su valioso tiempo."
ResponderEliminarSon muy importantes los trenes en nuestras vidas, tanto los que cogemos a tiempo como los perdidos, que rara vez suelen volver a pasar.
un saludo.
Solo con cruzarse en nuestros caminos ya es importante, verlos pasar aunque no seamos capaces de cogerlo, es toda una oportunidad que nos muestra que hay algo más en nuestro alrededor. Un saludo rubo
ResponderEliminarMe ha encantado este relato. Lo resumo en estas palabras:
ResponderEliminar"Nunca se sabe –le dijo el- la hora prevista son las doce, pero con este tren nunca podemos estar seguros, puede parar en una estación y sentir que tiene que esperar a alguien de quien dependa poder seguir adelante con su vida el tomarlo o no. Incluso pasar de largo por otra en la que entienda no tiene sentido perder su valioso tiempo"
Un abrazo Lola
Esa esa la esencia del relato Mercedes. Un abrazo para ti también
ResponderEliminarA menudo perdemos algún tren...menos mal que siempre habrá otro que nos lleve donde queremos ir....otras veces esperamos y tarda...nunca se sabe.....me gustan los trenes,subirme a ellos, y bajarme cuando apetezca....me ha encantado tu escrito Lola gracias amiga...un abrazo..
ResponderEliminarSiempre gracias a vosotros, porque manteneis el blog vivo con vuestros comentarios y mi ilusión por crear, inventar, soñar... Volcando aqui en palabras todo lo que se pasa por mi cabeza y siento muy dentro. Un besito Carmen
ResponderEliminarHan pasado varios, han pasado. Llevo, a la nariz pegada, rastro de sus carbonillas y no consigo limpiarla.
ResponderEliminarEstoy loco por ver algún viejo jefe de estación de gorra roja, elevando la luminaria, ¡Dios! Me dicen que han desaparecido.
Un beso, Lola.
Existe un lugar perdido en nuestras mentes donde todo deseo llega a cumplirse. Escucha Jose Alfonso, siiiii, es el pitido del tren. Mira a lo lejos el humo salir radiante de la locomotora y a tu lado nota su calor humano; siente su presencia es Manuel, el viejo jefe de estación que ha desenpolvado su viejo traje para dar paso al tren que vuelve a cruzarse por nuestras vidas. Magia upsssss. Un beso
ResponderEliminarNo dejes de escuchar el piiiii ese, sin que tú lo sepas te está marcando el ritmo del viaje y su destino.
ResponderEliminarAhora que llevo unos meses escuchándolo otra vez, no voy a dejar que deje de sonar en mi interior.. Gracias Jesús (faltaba tu aportación)Un beso
ResponderEliminarLo leí ayer como bello relato sin aportar nada, hoy le he querido buscar algo más.
ResponderEliminarGracias, viniendo de ti no podía ser de otra forma. Un beso
ResponderEliminarEse parrafo volveria a escribirtelo otra vez,como anteriormente se ha hecho, no sere repetitivo,el tren Lola, a veces solo suele pasar una vez, y dejarlo pasar es una oportunidad perdida o quizas,un acierto, pero es uno el que debe tomar la decision, acierte o no, aunque creo tambien que no depende tan solo de el, sino de las circunstancias,y de otras personas, de segundas y de terceras personas,y de que ademas, como decia un reciente libro que lei,de que el universo conspire para que se cumplan todos nuestros deseos,besabrazos desde Barcelona.
ResponderEliminar...y ademas dice el relato, que su destino primario era Barcelona, habra que tenerlo en cuenta...besabrazos
ResponderEliminarel relato me ha encantado pero un comentario tuyo también, ese sobre los trenes perdidos que nos indican que hay cambios posibles a nuestro alrededor, positivismo puro corazón eso eres tu.
ResponderEliminarJose amigo mio, en esta vida es atreverse a decidirse y no acomodarse a lo que uno tiene te guste o no. Por muchas razones que tengamos para mantenernos en el lugar, deberiamos sopesar la realidad y ser valientes.
ResponderEliminarBarcelona es un buen lugar para ir como destino y poder empezar aunque despues se tenga que tomar otro tren para otro lado.
Gracias Roxanne, siempre he intentado eliminar de mi lado la negatividad, aunque esta a veces pueda ser considerada positiva. Creo que lo autenticamente positivo, es ver opciones a derecha o izquierda, si no estamos bien con la opción elegida hace tiempo y dar pasos para cambiar la situación. Como personas merecemos esos "cambios posibles"