Y el desamor amortizó sus días, cambiando las sábanas del olvido.
Pintó sonrisas de acuarelas y sacó del baúl su mejor vestido. Calzó tacones
provocando ruido. Espantó al silencio impúdico, que se había adueñado de su
sillón. Limpió de telarañas el espejo de la tristeza y marcó la ilusión en el
mapa de la vida como destino a seguir...
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