Comienzo
Aniquilado por razones sin motivos,
espera ensortijada con instrucciones vespertinas,
estatus social completo y dirigido,
libro de instrucciones regentadas
que por su sexo la encaminan.
Justo aquel veinticuatro de enero a las cinco de la tarde,
Dolores emprende una nueva vida
entre sabanas de algodón
y agua caliente en su piel vertida,
su nombre le marca en la frente heridas.
Los gritos de dolor se escuchan en la antesala,
desde la cama su madre tiembla impotente
al ver que es hembra y no varón,
lágrimas en sus ojos la pretenden.
Aun sabiéndola perdida,
le consuela su llanto fuerte,
ésta niña dará que hablar
se dice para sí convencida.
La tristeza le hace saber que el destino es incierto,
para la niña que de su cuerpo comienza.
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