Cuando la
vida me falta,
mi sonrisa va
de vuelta
y golpea sien
en mitad de un desierto que parece no tener fin.
Es entonces,
cuando
despierto en dicotomía nocturna,
apresurada
por respirar,
queriéndome
soltar de la atadura que me fija al mal sueño.
Quizá y solo
quizá,
es el momento
del abrazo al cojín prestado
que duerme a
mi lado
para seguir
dando pasos sin mirar atrás..
Me defraudaste tantas
veces
que la creencia en ti,
marchó hace tres
episodios
por la boca del desagüe.
Ya nada me acerca a tus
pasos,
estos quisieron marcar su
propio destino
aun cuando el lugar a
donde llegar
no sea uno que aparezca
en el mapa de lo cierto.
Ya no me acuso de
molestia ingrata.
Ya no aporreo mi sien entonando
el “mea culpa”,
ni ante dios, ni ante ti.
Ya no esbozo el tan usado
“lo siento”.
No, no hay más lamento
aprendido
ante la inocencia de una
vida de espanto y de miedo.
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