Duelen los días, madre,
traspasa la piel el frío de tus
manos en mi cara,
y rompe el alma
tu mirada varada en el horizonte
del olvido.
Duele el gris que anida sobre azul en
tus ojos.
El silencio sin memoria enfadado con
el mundo,
grita a los cuatro vientos
por haber destrozado el mapa para
llegar a ti.
Madre, me duele ver
que has dejado de mirarte al espejo
por miedo a no reconocerte.
He perdido el norte, madre,
los olores derrocharon significados,
en el tropiezo de tus pies sobre la remembranza.
El papel de tu recuerdo ha quedado níveo,
tragando las letras del pasado,
y mi nombre se ha desorientado
jugando al escondite entre palabras
olvidadas,
temblando como una hoja.
Hoy, el agua de la lluvia en mis
ojos,
ha borrado la huella de tus pasos.
La melodía de tu nana ya no acuna mi
sueño
porque la luna se olvidó de salir.
No hay marea, madre,
las coquinas quedaron olvidadas en
la playa,
ya nunca más serán recogidas por
nuestras manos,
ni las olas del mar nos empujaran
para sonreírle a la cara.
He amontonado los recuerdos en un
cajón,
de él iré cogiendo aquello que
precise
para no olvidarme de tu amor de
madre.
Duele tu olvido, madre,
por ello voy a restituir a tus pasos, los colores
que permanecieron en el camino falso,
creado por la imaginación en blanco…
hola paso a leerte y en esta entrada uf me has erizado los vellos, besitoss
ResponderEliminarGracias por tus palabras. Un beso
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