Desde
arriba me ilustré y a duras penas pude verte. Sentí romperse en mil pedazos mi
corazón acristalado, ese que ya no latía al sentirse quebrado…, al caer desde
lo más alto.
Las lágrimas comenzaron el serial de caída atolondrada y dejé de
ver la bruma del amor para chocarme contra las voces de personas sin cara que
señalaban mis piernas.
Me doctoré en causas perdidas y las llevo siempre de la
mano para que los extraños no las engañen con chucherías.
Seguimos creciendo pues.
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