Entré en callejón sin salida
oscuro y laberíntico.
El silencio tomó forma
acomodando mis sentidos
a soledad inocua,
fatua de vida.
Las señales fueron tragadas
por luz de amanecer
y no estabas.
Ya,
la bestia alada
empezó a mostrar sus dientes,
posando sus garras sobre mi piel
y no estabas.
Brindo al sol,
sin verte todavía.
Recuerdo el canto del ruiseñor
en el Jándula presenciado,
vivido,
sentido…,
amado
y aun,
no habías llegado.
No,
no quiero oler,
si la lavanda de tu piel
se ha marchitado.
No,
no quiero ver,
si el paisaje de tu cuerpo
me ha abandonado.
No,
no quiero sentir,
si el deseo
ha sido bloqueado
a la puerta del placer.
No,
no quiero empapar mi sed,
si el caballo de Atila
mi amor ha pisoteado.
Lola Fontecha
30.05.2014
Porque la soledad es un callejón sin salida en el silencio que nos maniata y desarma. Por ello hay que estar ojo avisor para que la bestia alada no nos tome la delantera y nos atropelle en cualquier esquina. Gracias, amor, por tan bello poema, tan descriptivo que desgarra la piel en la ausencia de amor.
ResponderEliminarLola, no te calles, nada de silencio. Un besazo.
ResponderEliminarNuncaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa, si de algo pecaré, será de ruidosa... Besitos Mamen
EliminarA pesar de eso, hay que seguir adelante. Apretar los dientes y seguir adelante. Besos.
ResponderEliminarPasos adelante, que confirmen reglas inexistentes de existencias creadas. Nada y todo, son motivo de seguir, vista al frente y hacía atrás ni para tomar impulso. Besos Pedro
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