Isabel Rezmo y su TEMPO, sus poemas nos llevan a conocerla un poquito más y eso no tiene precio. Miguel Ángel Cañada, nuestro poeta de campo abierto, de versos frescos y de verde sobre verde que nos llevan a un mundo mejor. José Pedro Jiménez, cantautor baezano, siempre presente, siempre al quite para ofrecer su dulce voz, simplemente por amistad, por el amor a ser como es..., un cielo de persona a la que la vida le regalo el don de enamorar con su toque especial a cada poema que toca con la música creada desde su interior humano que en este mundo es tan difícil de encontrar. El "Que no, Cerveza y mas" en este Jaén, mar de olivos, un lugar donde la cultura tiene cabida en todos los aspectos, donde la amistad y el cariño ocupan un lugar especial
TEMPO, el tiempo que se detiene ante nuestros
cuerpos para hacernos ver aquello que se acerca. Todo se sucede en un abrir y cerrar de ojos,
los poemas muestran al ser divino esperando nuestra llegada y la maldad
pasajera para reírse en nuestra cara al despedirnos de ella.
Un tiempo
que anochece en sentimientos, ocupando los versos en pijama de sueños, para no
perder detalle, para anotar verso a verso el calor del abrazo en el recuerdo. Isabel Rezmo nos atrapa en este poemario a
tiempo y la palabra interviene para detenerlo en frenazo certero.
Tiempo esperanzado,
miedo a lo que nos aguarda tras la puerta en el silencio del beso que no llega.
Confianza estremecida entre las manillas de un reloj que no deja ver el tiempo.
Minutero agazapado y expectante sin retraso, marcando el movimiento del camino
en plano marcado…, aletargado en el frío de la espera, todo pasa todo llega y
nuestra poeta ubetense vuelve a sorprendernos en el espacio tiempo de las
rimas.
Espacio que supera
y determina, época para ser y estar conjugando verbos inesperados, en la piel apresada
con el sentimiento maquillado en sonrisa inesperada, rojo carmesí en la boca de
la esperanza anhelante.
TEMPO nos ofrece comienzo
que no final, inicio de locuras adelantando espacios, empujando primaveras y Solsticios
de verano, tras lunas llenas que cobijan al poema que surge en madrugada de
insomnio. Es “ella”, su tiempo, su momento. Pide turno para ocupar espacio.
Observa, analiza, piensa y tras la subida a la montaña de la improvisación
escribe en la memoria de la piel la vida que le inspira.
Hoy, mañana… Quizá
ayer. Tiempos marcados a golpe de amor. Tiempos, los tiempos, tuyos, míos,
nuestros… TEMPO, en el tiempo.