Y contó hasta diez
en un arrebato de imaginación
y le salieron alas en los pies,
para llevar a cabo sueños y quimeras.
Sus palabras musicadas
la elevaban al cielo,
trotando entre nubes de algodón.
El amor la mimaba
con palabras versadas entre mares
de azul y verde compartido,
sin lemas impresos
ni estado que la trabe.
¿Y sabéis por qué?
¿Cuál fue la causa efecto,
el motivo,
razón o sinrazón que provocó sus males?
Las ilusiones
florecidas en sus ojos color miel
que la enamoraron,
dando luz a sus calles.
Si no la conocéis,
a día de hoy la distinguiréis,
porque va cantando por los valles,
hablando con gaviotas en el aire
y compartiendo sonrisas de niña,
sin importarle nada ni nadie.
Y si le llaman loca,
que la llamen
porque la felicidad le apretó fuerte
y eso es lo que importa.
Día a día lo susurra al viento
para que al infinito y más allá...,
con voz preñada de vida,
lo clame...