La franja de la memoria
Olvidas memoria y la tiras en cara,
cual sello a boca.
Despistada…,
distraída,
sientas precedente de historia
y te crees ejemplo bendecido
de humanidad bien parida.
Chasquido del alma
por querer seguir camino
olvidando exterminio en sangre inyectada.
A contrario de ti
que muerdes vida sin descanso,
mis balas son
las palabras pronunciadas.
Entre tus manos aniquilación,
en las mías, armas impregnadas
del amor desprendido desde la mirada.
Sin requiebros,
ni vaivén desordenado;
en claridad de día
y oscuridad atardecida
en cualquier lugar del mundo
en paz pronunciada
y en verbo de amistad entrelazado.
Hoy te mirarás al espejo
y sorprendido te contemplaras
reflejado en la nada,
porque en eso te has convertido
en el silencio del vacío.
Derramando vida en suelo herido,
arrancando de raíz
el lupino azul que adornaba camino.
Pasa de largo,
no mires a los ojos
porque haces daño,
el tiempo en cópula nociva
engendró ceguera
que tragó la luz de antaño.
Venga,
sigue en tu vereda
ya tú,
en nombre de “tu dios”
elegiste destino
al cambiarte de acera,
empujando almas al acantilado del olvido…,
con la única razón,
de querer ocupar tu sitio.
Lola Fontecha