El vestido desbocado ante el deseo
y la piel enarbolada por su falta.
Ataviado de flores su cabello
y los ojos brillantes de lágrimas.
Va lindando río caudaloso,
el miedo la estremece y la sujeta.
El silencio penetra suavemente en oídos
callados,
la textura del camino la tropieza en
desatino.
No espera quimeras envueltas en lino,
la luna dejó de mirarla
El sol se esfumó un buen día,
y con él...,
de vivir sus ganas.