Imaginó un mundo
distinto y provocó sarpullido a su alrededor, manifestándose en su modo de ver
y vivir la vida. Nadie o al igual todo el mundo entendió que era peligroso por
atreverse a batir sus alas en lugar de seguir con aquella monotonía de existencia
que le inyectaron en su mayoría de edad. No debería haber pasado, los efectos
secundarios como mucho eran aburrimiento, apatía o sumisión ante lo acontecido,
pero nunca ganas de ser feliz.
Por ello, pasó a
ser tachado de “distinto” “raro” o “haber cambiado”, consecuencia que asumía
por atrevido u osado, al quitarse las anteojeras del conformismo.
Por ello para este
año, no deseó desear, porque tenía con creces: amor, familia y amistad.
Antes de echar a
volar y perderse en un atardecer de ensueño, nos dejó escrito en papel
reciclado las palabras que siguen:
Prefiero soñar tus
sueños, vivir la vida que das, reír las sonrisas que regalas sin esperar nada a
cambio, saltar por las calles y hacer el payaso junto a ti “a tu lado”,
poetizar la existencia con el mejor de los poemas, trazar el camino con flores
de lavanda, llenar mis días de luz aun cuando las nubes amenacen tormenta,
aprender a quererte más y mejor, mirando siempre hacia delante con las gafas de
la ilusión puestas desde primera hora del día. Aprender a aprender para ser más
cálida en el trato humano, jugando las cartas del destino sin mangas, mirando a
la cara al sol para llenarme de él y crecer en principios que hagan de mi
humanidad un reguero de utopía que minimice la realidad transformada en
escenario sin bambalinas, para no practicar un papel determinado, porque no es
necesario, ya que lo importante es ir sumando años al calendario de
experiencias vividas.