He creado un poema que muestra, como se nos va la vida esperando primaveras que nos muevan los sentidos, y que nos dé luz a nuestros ojos para saber cual es nuestro camino sin más premisas que creer en el destino.
He querido creer en el destino,
pero la indisposición mental
me provocó el primer vómito de realidad
delante de la ventana imperceptible,
abrazada a mi soledad.
Y sin esperarlo,
me volviste a tocar el hombro
¿Quién me podría haber advertido de ello?
¿Quién me podría haber dicho que estaba una vez más sucediendo?
No,
no supe verlo
y administrarlo me empujó al vacío de los sin techo.
Y sin esperarlo,
me visualicé apercibiendo tu olor entre jaras y lavandas de nuevo,
justo al marchar el Robe dejándome el alma rota
por la vereda de la puerta de atrás
sin presagio del destino amordazado.
Una vida desatenta, te hizo la zancadilla
provocando tu caída de la existencia.
Todo ocurrió al sonar la ley innata,
allá por la sierra de Andújar
donde me robaste alma y cuerpo
desde el amor consentido del poeta, que avistando linces
se dedicaba a acariciar mis versos
mirando hacia la nada de los puntos suspensivos,
con los que te despediste sin esperarlo
en el silencio, del dolor apercibido.
Ayer, estaba mirando a tus ojos al perderte de vista, y hoy,
son las hojas en blanco, aquello
que me provoca hacer de nuevo el equipaje.
La causalidad, se puso el traje del momento
y me abordaron los recuerdos de aquel destino no escrito
con el bermellón en mis orejas
y la ausencia, de mi reflejo en el espejo.
Y sí, miles de veces he querido asomarme a tu ombligo
para compartir el olor de tu piel,
pero el camino me dribló los pasos
haciéndome caer de bruces contra el suelo una y otra vez…
Desde aquella estampida ya, nada supe de ti,
destino escrito en mis vísceras a golpe de corazón en cualquier amanecer...
No mas sigo haciendo versos para recordarte,
que la distancia se acorta en los sentidos.
No, no olvides que la dirección está marcada en mi rumbo
y que si alguna vez te sientes solo,
no tienes que buscarme,
siempre, tendrás la luz encendida para ver que estoy a tu lado.
Cual faro siempre advertido,
las señales,
serán suficientes para guiarte.

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