Te levantas una mañana, pensando que todo está conseguido y encuentras que todo se evaporó como el humo y que de nuevo tienes que emprender camino.
Otros en cambio te muestran que el acierto o el desatino, está en las manos equivocadas y gritas ante el hastío. Que me sueltes destino, que quiero escribir mi libro y con esa tinta que destilas no soy capaz ni de empezar un signo.
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